Manuel Antonio del Rosario Carreño Muñoz (Caracas, 17 de junio de 1812 – París, 4 de septiembre de 1874) fue un músico, pedagogo y diplomático venezolano.
Alcanzó durante su vida gran preponderancia en el ámbito de la diplomacia y la pedagogía. Fundó el prestigioso Colegio Roscio y tradujo al castellano obras como: Catecismo razonado, histórico y dogmático del abate Thériou, y la Introducción al método para estudiar la lengua latina de Jean-Louis Burnouf. No obstante, fue en 1853, con la publicación de su Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para jóvenes de ambos sexos, cuando pasaría a la historia con el sobrenombre de «Manual de Carreño», un escrito sesquicentenario, que enseña y adiestra al individuo en el manejo de las buenas costumbres, fundamental para la educación de decenas de generaciones.
Sirvió como Ministro de Relaciones Exteriores y Ministro de Hacienda de Venezuela. Tras su renuncia a este último, a causa de la Guerra Federal, sale del país, viviendo en Nueva York y luego en París, donde fallece.
Fue el padre de Teresa Carreño, aclamada pianista y compositora, que él mismo entrenó en las artes musicales, además de impulsarla en su carrera en el extranjero. Era casado con Clorinda García de Sena y Rodríguez del Toro prima hermana de María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza y de Francisco Rodríguez del Toro.
El 14 de marzo de 1855, el Congreso Nacional acordó la recomendación especial para el uso del Manual de buenas costumbres y modales, dos años después de que comenzara a emplearse como texto de educación primaria en España, como hemos visto. Y la importancia de esta obra se reafirma porque fue publicada y, por lo tanto, escrita, antes del nacimiento de su hija Teresa, lo que equivale a decir que consideraba a los dos sexos como iguales ante lo que debe ser una buena educación. Vale la pena señalar que el mundo no estaba preparado en esa época para unas ideas tan revolucionarias en el aspecto social, como puede verse a través del análisis de la propia biografía de Teresa Carreño: en Venezuela se abolió la esclavitud poco después (con José Tadeo Monagas) y se le concedió el voto a la mujer a mediados del siglo XX, unos 100 años después de la edición del libro.